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lunes, 24 de marzo de 2014

QUE NO TE FUSILEN LA IDEA

Siguiendo con esta inexplicable ola de positivismo que adorna todas las últimas entradas en las que, como habréis leído, veo muy chungo el futuro para la nueva generación que busca hacerse un hueco mientras sigan encaramados a sus escaños los cuatro tiburones de turno a los que les encantan los pececitos pequeños, hoy me dispongo a hablar de plagio

Como es sabido, en cuanto tengamos un pequeño dossier que explique principalmente las características más definitorias de aquel formato que tengamos en mente empezar a mover, debemos acercarnos al Registro de la Propiedad Intelectual de la ciudad en la que vivamos. Es un primer paso del que luego hablaremos porque en el caso de los formatos no es garantía de casi de nada, pero que ni de broma debemos dejar de dar.
El precio de registro por proyecto es poco más de diez euros y desde ese momento tenemos fechado y validado el proyecto en una institución oficial (la que hay) que como decía, debería ser garante de nuestra propiedad intelectual plasmada en papel. (Dependiendo de la potencialidad del proyecto deberíamos registrar también la marca!)

Qué ocurre? Pues que resulta muy sencillo que cualquier espabilao vea tu proyecto, y en lugar de negociar contigo un porcentaje, por autoría, buscar la co producción o la fórmula que sea (que en el primer caso, siendo un paper format, podría rondar un 7% o algo parecido, dependiendo del canal al que fuera a parar), éste se aproveche de la idea fundamental del formato, de la esencia, y le haga tres o cuatro cambios formateándolo en un proyecto nuevo que en realidad vende la misma cosa.  Con tres pequeños cambios es suficiente para que se considere un formato distinto: en vez de un presentador, serán dos; en lugar de grabar totales de los concursantes no se grabarán y pues... cambiemos también algo de la mecánica del programa que no afecte gravemente al contenido. Listo el nuevo formato y listo el que te lo fusiló.

En este sentido soy cada vez más reacio a las sesiones de pitching que se organizan de vez en cuando y donde haces una comunicación públiquísima de tu proyecto ante una audiencia que potencialmente pueda estar interesada en ello. Por la contra hay quien dice que la mejor manera de defender y demostrar la autoría de un formato es precisamente ésta; hacer que todo el mundo sepa quien es el dueño de ese programa en el que las madres y los hijos se iban de fiesta a ibiza de mochileros. Inconfundible, es el mío y ya todos lo sabéis. Personalmente y por mi experiencia no creo en esta opción. 

A día de hoy, veo como la opción menos peligrosa, (si es que existe alguna) la de buscar reuniones face to face con posibles compradores. Directamente con cadenas o grandes productoras. Otra gente que también te la podrá jugar, pero de donde al menos el proyecto no sale de más de tres o cuatro personas.

Se trata de un problema de jurisprudencia. Es muy difícil encontrar alguna sentencia que haya condenado a alguien por plagio como tal. Por otra parte, la propia ley, (bajo mi punto de vista totalmente vacía) entiende los contenidos de ficción como obras audiovisuales y por lo tanto reciben una garantía de propiedad mayor que los formatos de entretenimiento, considerados sólo como grabaciones audiovisuales.

Hace poco hablando con un colega comentábamos ésto mismo a nivel de contactos. Reflexionábamos sobre cuán mejor resulta tener un número de colegas de profesión menor, pero en los que poder confiar, y no disponer de la agenda de Barack Obama y que a la que te des la espalda te la estén clavando. En todo caso, cierto es que a poco que vas conociendo gente de la industria ya te vas situando un poco y vas entendiendo a quien le podrías confiar tu proyecto a ciegas, y a quien no le harías ni un pitch de ascensor... Es ésta una profesión de largo recorrido y donde al final se acaba por saber quien juega limpio y quien va de mierda hasta las orejas. Y les suele ir mejor a los segundos!!!

Como siempre existe una excepción a esta realidad. Hablemos de formatos titulados por Fremantle, o Televisa por ejemplo, a las que a la mínima que vean que una silla se gira en tu programa, tendrás a 8 abogados esperándote a la salida del trabajo, eso sí.

En fin, en el caso de los formatos de entretenimiento es difícil. En mi opinión creo que lo mejor es moverte con gente de tu confianza, con gente honrada y en ningún caso ceder a ofrecerle tu proyecto a uno de esos tiburones que cargan lana a granel. Es mejor no cerrar un negocio que cerrar un mal negocio.

Y además, tratar de joder al tiburón también mola, qué cojones!


Saludos y salud!









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